Montse Santolino, es una gurú en Quepo. Cuándo hace 7 años el equipo que intentábamos levantar el proyecto de Quepo nos tropezamos con Montse, sentimos que nos crecía una patita. Una patita que legitimaba la manera en la que intentábamos hacer audiovisual y estrategia comunicativa. Tenía sentido, lo decía Montse. Y Montse no se anda con tapujos, con ningún tapujo, de hecho. 7 años después nos sigue acompañando, esta vez en el rodaje del spot que dirigí  #Contralapobreza. De esa noche, ha salido un artículo ¿Quién es el pobre? para el blog 3500millones de ElPaís. A leerlo, que ha hablado la jefa : )

¿Quién es el pobre?

Los vi juntos, hablando face to face
y lo dudé: ¿quién es el pobre? Si no supiera que estoy en medio de un
rodaje, y que uno es un reputado actor que ha trabajado con Almodóvar,
¿qué pensaría? De la duda metafísica, este post (*).

Señoras y señores, el otro es Miquel Fuster. En su DNI pone superviviente. Quince años viviendo en la calle: “La Fundació Arrels me recogió pesando 42 quilos. El alcohol ya me ha enseñado todo lo que me tenía que enseñar”.
Estamos rodando. Treinta profesionales pendientes de él, focos
gigantones sobre su cabeza que no lo deslumbraban gracias a la gorra, y más de 20 de tomas: “la experiencia ha sido un poco durilla, me habría gustado haberlo hecho mejor, no haber tenido que repetir tanto”.
Esfuerzo titánico aprenderse el texto que tiene escrito en una
hojita, pero no solo: habla endemoniadamente rápido, y tenía que ponerse
el freno, con una de las mejores cámaras del mundo mundial, a un palmo
de la cara. Nada de corta y pega. Plano secuencia.
Hay que tener mucha calle para eso. “Esta gente lo ha hecho muy
bien, toda la escenografía, mojar la calle… y el famoso, muy
profesional, con los andares cansados del indigente, desechando las
cosas que iba encontrando en el container”
. Lluís Homar, aprobado. Doy fe: salió de maquillaje y ya se movía como un indigente.

Un spot es una especie de apuesta de doble o nada. Un saquito de
pocos segundos, con miles de millones de expectativas detrás. ¿A estas
alturas, se puede hablar distinto de la pobreza? EAPN
y Quepo lo intentan. Primero, contando con el gran Homar. Con su
complicidad. No niegan la celebridad, juegan con ella: a cederla, a desplazarla hacia las víctimas.
A devolverles el protagonismo.
Antes de que los “famosos con
causa” se convirtieran en una plaga, Susan Sontag decía que un retrato
que se niega a nombrar al sujeto se convierte en cómplice del culto a la
celebridad, esa forma tan perversa de nombrar solo a unos, “y degradar a
los demás a las instancias representativas de su ocupación, de su
etnicidad, de su apremio”. ¿Y no es cierto que los pobres “se nos
ocurren” siempre apremiados por su necesidad? De alimento, de cobijo, de
droga…
¿Quién tiene el derecho a ser visible? ¿Quién es invisible? ¿A quién le queremos ver siempre la cara, y a quién evitamos mirar?
“Un indigente es un desconocido, y le tenemos miedo. Como indigente
vives en un exilio interior y exterior. Parece paradójico porque eres
tú el que quieres estar apartado, pero lo que más te duele es la
indiferencia. No te sientes como un ser humano, como una persona y te
preguntas, ¿qué he hecho? Me he equivocado, he caído en el alcohol, he
llevado mal mis asuntos pero ¿por qué ese desprecio? Y después la
sospecha siempre, cuando dejas la calle”.

Hace poco Goleman, el sabiondo de la inteligencia emocional, decía en el New York Times
que los psicólogos sociales de Berkeley y Ámsterdan habían descubierto
que cuanto más ricos y poderosos, menos empáticos y compasivos. Que la
correlación entre poder social y déficit de atención es alta y que la
espiral se dispara y retroalimenta: falta de empatía-prejuicios-menos
empatía aún. Ya ves.
Miquel apunta, bestialmente lúcido: “solo nos preocupa lo que nos
puede concernir. Cada vez hay más gente en la calle, y más joven. La
gente le está viendo las orejas al lobo, por los desahucios. Ya no ven
igual a un tío en la calle con un cartón, piensan que pueden ser el
siguiente. Mirarán a los indigentes con más consideración, sin tanto
desprecio”.

#17O, otro Día Internacional contra la Pobreza y esta semana en Barcelona dos
señores banqueros que se autoindemnizaron con 17 millones de euros,
después de colocar 470 millones en preferentes, se niegan a contestar
preguntas en el Parlament de Catalunya
. Que ellos no sabían que estaba mal lo que hacían. Y van 159.00 millones de euros a la banca. Y esta semana también quisieron desahuciar a los desahuciados realojados por la PAH en Salt. Que eso sí saben que no se hace.
Impunidad, desvergüenza. Miquel no se cree nada. “El dinero que
sacan las instituciones y los gobiernos se lo reparten, o se lo gastan
en lo que les da gana. No va a cambiar nada porque nos hemos
acostumbrado a la corrupción, a que las cosas que no funcionen. Pero si
no hay justicia, viva la caridad”.

¿Viva la caridad? A Sonia Ros, la directora del spot, se la llevan los demonios. Miquel, con cámara delante, o sin ella, nos pide que actuemos contra la pobreza. “Hay que ayudar de manera directa, de primera mano, o indirecta”. Me temo que demasiadas veces le dijeron que no le ayudaban porque se lo gastaría en vino: “Darle a un indigente para vino, es como darle medicina a un enfermo. Uno se lo gasta en lo que más falta le hace”.
Miquel confía, sobretodo y ante todo, en la gente voluntaria que colabora con entidades como la Fundació Arrels.
“Profesionales con carreras, o gente jubilada que en vez de estar
viendo la tele o paseándose por su torre, vienen a lavarle los pies a
los indigentes”.

Sonia quiere que el spot sirva. Que contribuya a enfrentar
prejuicios, superar la caridad y construir justicia. Y sirve. En muchos
sures hemos aprendido que si hay algún camino, es por aquí. No quedarse
en ser la voz de los sin voz. Nada de suplantarlos. Acompañarles
mientras recuperan la voz. Confiar en que lo harán. Aprender con ellos. Y
después ponerles un micro delante. Porque los informes de muchas ONG
hablarán de injusticia, pero la voz de Miquel, su timbre y su cadencia,
convierten esa palabra en una sensación viscosa que dan ganas de
arrancarse de la piel.
Miquel mira a cámara y nos mira a
nosotros. Face to face. Miquel nos habla, y ahora, por fin, lo vemos y
lo escuchamos. Y ha sido posible porque mucha gente antes ha lavado
pies, pagado cuotas, servido comidas o leído y estudiado sobre la
pobreza. O ha decidido hacer un anuncio, o montar una productora de comunicación para el cambio social. Hay muchos caminos para actuar contra la pobreza. Actúa. A besos, a escraches o a ILPs.

#SayonaraSareb #sisepuede

(*) El spot de EAPN se estrena el 17 de octubre en 800 cines de toda España.

(*) Todo lo que aparece en cursiva es parte de la entrevista que le
hice a Miquel al final del rodaje al cual, Quepo, tuvo la cortesía de
invitarme.